Inició la licenciatura de Historia en la UB, que ahora continúa en la UNED tras unos años de parón. Los datos personales se preservarán indefinidamente hasta que pida su supresión. Os sugiero el producto ‘El incendio de un cine fue el nacimiento de la odontología forense’. La necesidad de detectar a las víctimas que estaban mucho más desfiguradas, obligó a buscar elecciones que encontraron en sus dientes.
Y en el interior, la Duquesa de Alençon se quedó hasta el último momento ayudando a salir al personal de las tiendas y a los visitantes. Murió abrazando a la vizcondesa de Beauchamp y su cuerpo, como el de la mayor parte de las víctimas, quedó tan carbonizado que tuvieron que identificarla por los dientes. El bajo número de hombres muertos tiene mucho más que ver con que, sencillamente, varios no estaban allí. Era un evento designado primordialmente a mujeres, y de ahí la alta proporción de víctimas femeninas. El acontecimiento se festejaba desde 1885 usando sitios distintas.
Victor Poidevin (1825–1897), visitó el bazar adjuntado con su nieta, Christiane Meilhac y un viejo amigo, el Dr. Ernest Rochet . Rochet asistía a la vizcondesa Malézieu , los tres brindaron una vuelta por el edificio para contemplar la decoración. Estaban en el punto mucho más distanciado de la salida cuando comenzó el incendio. A lo largo de la celebración, el 4 de mayo de dicho año, se proyectaron películas de Lumière con una entrada de 50 céntimos, pero la imprudencia de los profesionales desató la tragedia.
El Bazar De La Caridad: Anecdotas
Setenta fallecidos en el incendio de un cine al proyectarse Alma de traidor. Inspirada en la historia real de un mortal incendio que se produjo en el transcurso de un acontecimiento de caridad que cobró la vida de casi un centenar de vidas. Desde el primer instante, el programa de los ordenadores se desarrolló según lo previsto. Una afluencia enorme donde prevalecía la «flor y nata» de la aristocracia se agolpaba ante los mostradores. Varios compradores vaciaban generosamente sus bolsillos, sin regatear, para conseguir menudos «bibelots». La sala obscura del séptimo arte tuvo asimismo un éxito tal, dada su novedad, que muchos tenían que aguardar para lograr ingresar y pasaban ese rato en el bar.
En el año 1897, el sitio escogido fue una nave de madera de la Rue Jean Goujon que se decoró en su interior recreando una calle del “viejo París”. El atractivo de esa edición era el reciente cinematógrafo. Jeanne de Kergorlay (1849–1897), mujer de Jean Guy de Poilloüe, conde Saint-Périer, y madre de René de Saint-Périer . Una mujer fornida, continuó dentro del edificio dando una ventaja a otros que escapaban por una ventana alta hasta el momento en que el piso cedió.
El Cinematógrafo Y Los Incendios
Al rellenar el éter de la lámpara de proyección, altamente inflamable, uno de ellos encendió una cerilla. Esto provocó una explosión a la que siguió un incendio que en menos de 15 minutos se había extendido a todo el edificio. El público asistente estaba eminentemente compuesto por mujeres de alta cuna y ciertos niños, lo que dio mucho más dramatismo a la tragedia.
Con esta introducción empieza el libro Muertes en el campo del honor, escrito por Paul Fesh (imprenta Flammarion, calle Racine, 26, París). Increíble producto que detalla cómo era la alta aristocracia francesa a fines del siglo xix.
Varios de los visitantes que escapaban por el patio fueron ayudados a huír por las ventanas de la cocina del Hôtel du Palais adyacente por la directora del hotel, la señora Roche-Sautier, y la cocinera M. El estado de los restos calcinados de las víctimas era tal que los registros bucales eran necesarios para la identificación, lo que en sí se convirtió en un jalón en la historia temprana de la odontología forense. Las vigas iban cayendo unas sobre otras, el fragor de la hoguera cubría los últimos chillidos. Y, de repente, en un lento estallido, el edificio que no era ya mucho más que un esqueleto hecho llamas, se abatió con un fulgor de chispas. Al caer bruscamente, el tejado cubría a las víctimas muertas, quemadas, asfixiadas, como un sudario incandescente.
Con esa finalidad, se abrió en las áreas de trabajo del periódico Le Figaro una suscripción que, en pocos días, alcanzó un millón. El 5 de mayo se han publicado las listas de las víctimas, a medida que se las iba reconociendo. A la cabeza de las mismas iba el nombre de la duquesa de Alencon, hermana de la emperatriz de Austria. Entre los varios centenares de personas que habían podido abrirse paso entre las llamas y salir ahora a la calle Jean Goujon, y al del sol que quedaba detrás del Bazar, ciertas, muy maltrechas por las llamas, cedieron.
El Incendio Del Bazar De La Caridad
La primera temporada de «Le Bazar de la Charité», título original de este drama de temporada, se estrenará en Netflix el próximo 26 de diciembre y constaría de 10 episodios. Recibir un correo electrónico con cada novedosa entrada. Recibir un e-mail con los próximos comentarios a esta entrada. Nos dirigimos a vosotras para rogaros que pidáis y obtengáis, allá en el cielo, que acaben todos nuestros tristes desacuerdos. Al precio de las llamas de la hoguera de Ruán, nuestra inmortal Juana de Arco dejó una Francia donde terminaron las diferencias entre armagnacs y burguiñones, y donde no hubo ya sino más bien franceses. Solicitad en favor nuestro una gracia semejante y que tu sacrificio, convirtiéndose para nosotros en lluvia de bendiciones, restaure en nuestra patria la unidad, en la verdad y la caridad».
Por aquel entonces, gracias a la restricción en la duración de las películas, los proyectores empleaban solo una bobina, de la cual iba saliendo la película que terminaba en una caja. Esa localización era potencialmente peligrosa de incendiarse, como de esta manera sucedió. Fue una enorme tragedia ocurrida en los principios del cine, en1897. Solamente un par de años antes, los hermanos Lumière habían comenzado las proyecciones en el Enorme Café de París. Thérèse Donon (1857–1897), baronesa Saint-Didier, asistió al bazar para contribuir a la tía de su marido, la baronesa viuda Saint-Didier . Después de ser rescatada, volvió a ingresar al edificio suponiendo que su sobrina, Mademoiselle Kergorlay, todavía se encontraba dentro.
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Allí, en presencia de tan numerosa familia, el Cardenal pronunció algunas palabras llenas de paternal aprecio, con las que expresó la parte que tomaba en el desafío de la Red social. El Cardenal Richard, Arzobispo de París, que estaba en Roma, regresó en el instante para presidir la liturgia. En la catedral recibió al Presidente de la República, don Félix Faure.
El centro de la nave se encontraba ocupado por los miembros de las familias de las víctimas. La Compañía de las Hijas de la Caridad era la mucho más probada entre las Congregaciones presentes en el Bazar de la Caridad. El sábado 8 de mayo, el Gobierno mandó festejar un solemne funeral por las víctimas. Varias personas acudieron espontáneamente a declarar que debían la vida al heroico valor y a la sublime abnegación de estas santas mujeres.